Quién soy yo para atar los vientos a mi muñeca
como si de un etéreo brazalete se tratara.
Quién soy yo para obligar a tus soles a mirarme
como si fuera todo un mundo lleno de vida
bajo el cielo de tu verde existencia.
Quién soy yo para yacer en el nido de sábanas
empapadas de tus sueños y tus salados llantos.
Soy alguien
—hijo de alguien cuya alma es una sombra—
Otro ser más, lleno de siluetas que se dibujan
al ocaso de pueblos pedregosos y paredes ahumadas,
donde la infancia da saltos que parecen vuelo de águila.
Ojalá pudiera anclar todos los amaneceres a tus labios
y a todas las minúsculas estrellas en tu frente.
Ojalá tuviera el ímpetu del sol en oriente.
Ojalá tuviera la florida primavera en mis manos
y en mis dedos el galopar de ríos lozanos.
Ojalá pudiera hacer que conservaras tu sonrisa siempre.